CERÁMICA CELTIBÉRICA A TORNO
Las peculiaridades de esta vasija celtibérica radican en su original forma, en la fina y depurada pasta con la que está elaborada y en los motivos geométricos de color ocre oscuro que decoran su superficie. Sin embargo, su característica más interesante, por la innovación que representa, radica en que ha sido realizada a torno, a diferencia de las coetáneas expuestas a su lado, que fueron hechas a mano. A la utilización del torno debe la simetría de su forma, la textura alisada de su superficie y el equilibrio compositivo de su decoración pintada. Efectivamente, en este caso, como en toda la producción a torno, esta nueva tecnología aumentó el valor de las vasijas cerámicas con la consiguiente repercusión social en su producción, comercio y posesión.
El torno, una nueva tecnología
De manera convencional, está comúnmente aceptado el hecho de que el torno de alfarero apareció en Mesopotamia hacia el IV Milenio a. C. Se trataba de un torno básico, que hoy denominamos «torneta» o «torno lento» Consistía en una pieza circular de madera o piedra, «plato» o «disco», que se giraba a mano o con un palo sobre un pequeño eje vertical. El eje vertical podía ser simplemente una base fija, como una piedra plana con una protuberancia central en la que encajaba el plato sobre el que se trabajaba. El giro del plato facilitaba ir dando forma a la «pella» o masa redondeada de arcilla, pero no generaba fuerza centrífuga ni permitía trabajar la pieza de continuo con ambas manos. En ocasiones, era empleado por dos personas, una encargada de hacer girar el «plato», generalmente un aprendiz, y otra encargada de modelar la pieza, el artesano alfarero. Muchas veces, el artesano se sentaba directamente en el suelo, por lo que este torno recibe también el nombre de «torno bajo».
El torno lento fue sustituido, en un momento impreciso, por el «torno rápido», más elaborado y eficaz, al disponer de una rueda inferior que giraba impulsada con los pies. Este movimiento era trasladado al plato o disco por medio de un eje vertical. El artesano se sentaba en posición erguida, lo que también ayudaba en su trabajo. Este tipo de torno ya generaba una considerable fuerza centrífuga, que facilitaba el proceso de modelado y permitía emplear ambas manos simultáneamente. Por todo ello, las piezas elaboradas en este tipo de torno, cuyo diseño y funcionamiento se fue perfeccionando, eran simétricas y tenían mejor acabado.
El torno y la alfarería llegaron a adquirir tanta importancia para las sociedades antiguas que hasta en el propio mito egipcio de la creación del ser humano, era el dios carnero, Jnum, quien modelaba con lodo del Nilo el cuerpo humano sobre un torno. O el propio mito judeo-cristiano de la creación, en el que Dios modela al primer hombre a partir de una masa de barro.
La introducción del torno en la península Ibérica
El torno fue introducido en la península Ibérica por los fenicios, que hacia el siglo ix a.C. se instalaron en las costas del Levante peninsular. La fabricación de cerámicas a torno por parte de las poblaciones peninsulares fue adquiriendo relevancia y difusión de forma paulatina, no llegando a desaparecer totalmente la cerámica fabricada exclusivamente a mano para hacer, en el ámbito doméstico y por las mujeres, recipientes de uso cotidiano y ritual.
Por otra parte, aún está en discusión qué tipo de torno se utilizó en época protohistórica. Es decir, si llegó a desarrollarse en la península Ibérica el uso del «torno rápido» o si este hecho no se dio hasta avanzada la época romana.
La introducción de los primeros tornos en los distintos territorios no fue simultánea, porque estuvo condicionada por los alicientes productivos que las poblaciones percibieran en su uso. Así, su utilización fue relativamente rápida en la mitad meridional de la península Ibérica y parte de la fachada levantina, zonas más cercanas a las influencias fenicias y griegas y donde las poblaciones protohistóricas autóctonas pronto comprendieron las ventajas de la fabricación a torno en términos de rapidez, cantidad, calidad y valor de intercambio y posesión de aquellas piezas, mientras que hacia las tierras más interiores su llegada y/o utilización fue más tardía.
Así sucedió entre los pueblos celtibéricos, que no tuvieron una producción importante de cerámica a torno hasta el siglo iv a.C. y en algunos territorios de la Celtiberia aún más tarde. Las cerámicas celtibéricas a torno de los primeros momentos muestran una gran personalidad y apego a las tradiciones alfareras previas en cuanto a las formas, aunque presentan claras influencias ibéricas en sus decoraciones. En siglos posteriores, los pueblos celtibéricos llegarían a desarrollar decoraciones singulares y propias.
Repercusiones socioculturales y económicas del torno de alfarero
La fabricación a torno de las cerámicas tuvo una enorme repercusión cultural dentro de las comunidades protohistóricas de la península Ibérica. En primer lugar, permitió una fabricación más rápida, incluso realizada en serie y, por ello, masiva. Con el tiempo, esta producción en serie hizo más asequibles las cerámicas a una amplia población, sin perder por ello su calidad técnica. El empleo del torno favoreció también la simetría de las formas y el acabado de las superficies. Con ello, las vasijas mejoraron su aspecto estético y, por tanto, aumentaron su valor como objeto de intercambio, de lujo y de diferenciación social. Consecuentemente, aumentó su presencia en los enterramientos como señal de prestigio de sus poseedores.
La producción pasó a ser mucho más especializada y a estar predominantemente en manos de artesanos dedicados exclusivamente a ella, generalmente varones, cuyo trabajo en muchas ocasiones estaba controlado por las personas principales de la sociedad, para las que trabajaban. Paulatinamente la producción doméstica fue limitándose hasta su desaparición.
Por último, el torno permitió un desarrollo enorme de la decoración de las piezas, convirtiéndolas en verdaderas obras de arte y en elementos de lujo, de propaganda y de exaltación de los grupos de poder dentro de las comunidades protohistóricas peninsulares. La llegada masiva de cerámicas a torno desde otras partes del Mediterráneo como elemento importado de prestigio contribuyó a fomentar y fortalecer las relaciones sociales de dependencia tanto intercomunales como dentro de las propias comunidades, a lo que hay que unir la importancia de la figura del intermediario en ese comercio.
Por todo ello, la introducción del torno de alfarería tuvo consecuencias importantísimas y de gran calado en la actividad económica y en la organización social de las comunidades peninsulares, a causa de la intensificación de la producción, del aumento de la especialización artesanal y de la concentración de ésta en grupos reducidos, además de fomentar una mayor complejidad social.
MAN - CERÁMICA CELTIBÉRICA A TORNO
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