MEDIEVAL

El estudio de la cerámica constituye en la actualidad uno de los principales elementos del análisis arqueológico para época medieval. En el CURSO DE CERÁMICA MEDIEVAL, vinculado a la puesta en marcha de nuevas actividades relacionadas con el castillo de Peñaranda de Duero se plantea una metodología de trabajo teórica y práctica desde dos aspectos cuya complementariedad ha demostrado ser de una gran eficacia científica: el estudio arqueológico y tecnológico.

Lo que puedes encontrar:

  • PRESENTACIÓN
  • Ataifor en cobra y manganeso
  • Técnica de esgrafiado

PRESENTACIÓN

Desde la perspectiva arqueológica se estudiarán las distintas formas cerámicas de  la misma fortaleza peñarandina y comparadas con otros núcleos de población medieval. Fruto de estos estudios podemos acercarnos a los modos de vida y a la organización de la sociedad desde las actividades más cotidianas hasta las más complejas. En este punto l@s alumn@s realizarán prácticas de elaboración, decoración y esmaltado de la cerámica medieval. 

Desde la perspectiva tecnológica, se pondrá en conocimiento del alumnado los procesos y las técnicas de fabricación de la cerámica en aquellos aspectos que son relevantes para su estudio. El conocimiento del ciclo productivo, los procesos de conformado manual o a torno, los distintos recursos de tratamiento de la superficie con y sin vidriado, etc. 

Todo ello posibilitará al alumnado acercarse con mayor criterio al estudio de la cerámica y le permitirá desde una estrategia integradora adquirir un alto conocimiento de estos objetos y de su contexto social. 

ATAIFOR EN COBRE Y MANGANESO

Ataifor torneado en arcilla con decoración en cobre y manganeso sobre cubierta blanca. Cocción oxidante a 980° en horno de gas.

En general, en el mundo de la cerámica andalusí se designa como ataifor a un cuenco mediano o grande, habitualmente vidriado por ambas caras y decorado en su interior; un contenedor de comidas preparadas para varios comensales que se iban sirviendo de esta gran fuente y cuyo uso se generalizó a lo largo del siglo X.

La cerámica denominada "cobre y manganeso" (verde y negra), agrupa diversas piezas alfareras cuya principal característica es el contraste entre el negro-morado de manganeso y el verde de cobre con la pasta blanca de base o engalba.​ Se desarrolla en Al-Ándalus durante el emirato independiente y sobre todo en el califato (siglo X). La ciudad palatina de Medina Azahara, en Córdoba, se considera su principal foco.

Simbolismo del color en el mundo islámico

La cerámica verde y manganeso juega con tres colores que en la cultura islámica son encarnaciones cromáticas de un simbolismo político-religioso:

  • Blanco.- Claridad, lealtad, poder.
  • Negro.- Austeridad, poder, dignidad.
  • Verde.- Felicidad (color del pueblo árabe)

Trasladado a la dinastía Omeya, ese juego cromático sintetizará su plenitud político-cultural:
  • Blanco.- Color de la dinastía Omeya.
  • Verde.- Color del profeta Mahoma.
  • Negro.- Recurso técnico sin significación.
El verde y manganeso, cerámica asociada al lujo palatino, entra en la península ibérica en el siglo X (hacia 900) imponiéndose en la decoración de las vajillas de Madīnat Al-Zahrā e Ilbira (Granada). Los primeros alfares con vestigios arqueológicos se sitúan en Priego de Córdoba, Murcia, Valencia, Zaragoza y Balaguer.​

En el Califato cordobés, la cerámica verdimorada está documentada desde la segunda mitad del siglo X, hasta el final del XI. Fue sustituida por la técnica de la cuerda seca, el esgrafiado (que en los alfares murcianos se resuelve con un simple contraste de blanco y negro) y la austeridad almorávide y almohade reflejada en el verde monocromo de focos como el de Denia.

TÉCNICA DE ESGRAFIADO
Esta es una de las formas más trabajadas en la elaboración de cerámica medieval. Consiste en aplicar sobre la arcilla de una pieza sin cocer, a ser posible en dureza de cuero, un engobe que se diferencie lo suficiente de la arcilla empleada en el modelado y con una herramienta determinada, raspar la superficie de manera que se vea el fondo.

Dependiendo del tipo de esgrafiado que vayamos a hacer, elegiremos una herramienta u otra. Así para un dibujo de líneas finas, rascaremos el engobe con la punta de un punzón hasta llegar a la arcilla. Por contra, si queremos esgrafiar una decoración más gruesa como podría ser un diseño arbolado, podemos utilizar un rascador de cabeza fina, que permitirá hacer un esgrafiado mayor. Una tercera opción es la de dibujar un motivo y esgrafiar el fondo de la decoración en lugar de ésta. Esta opción es conocida como esgrafiado en negativo.

Las rebabas que quedan al hacer el esgrafiado se pueden eliminar pasando suavemente una brocha, una vez se hayan secado la arcilla y el engobe aplicado.

Las piezas esgrafiadas se cuecen dando lugar a un acabado mate.

Si queremos un acabado brillante, procedemos a bizcochar la pieza tras el esgrafiado. Esta primera cocción se llama bizcocho. Después se aplica un esmalte que aunque puede ser colorante, debe tener un marcado resultado transparente. Después, la pieza se cuece a su temperatura normal.

Otra forma de conseguir un resultado ligeramente brillante sin utilizar esmalte consiste en bruñir la pieza después de hacer el esgrafiado cuando se encuentra en dureza de cuero.

En el siglo XII, en el mundo andalusí se esgrafiaba aplicando una capa de manganeso sobre loza blanca, de manera que al arañar el óxido negro de manganeso, se conseguían motivos blanquecinos con un gran contraste.


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