REPRESENTACIONES HUMANAS CON MÁSCARAS
Estos "jarros de cerveza", cuyas piezas originales conservan en la actualidad el asa, rematada en uno de ellos en forma de pastilla y en el otro en cabeza humana, están relacionadas entre sí por representar personajes con máscaras zoomorfas identificadas con caballos. Esta iconografía, bien conocida en el repertorio numantino, se relaciona con oficiantes o "sacerdotes".
No obstante, este tipo de representaciones muestran diferencias formales, ya que unas suelen mostrar tocados cónicos y túnicas talar decoradas en franjas horizontales, otras parecen reflejar sólo unas máscara de forma romboidal, estilizando su ángulo superior para conseguir el cuello y la cabeza de un supuesto caballo, con elementos vegetales que penden de la boca, rematan los ángulos centrales o cuelgan del cuerpo en forma de ramas; a lo que hay que añadir los tetrasqueles dispuestos en su zona central, en posición levógira, quizás aludiendo al recorrido nocturno del sol; y finalmente, pueden mostrar cabezas de caballo con armazón, decorados con esquemas ajedrezados y cuatro elementos espiraliformes, que deja visible unas piernas masculinas.
Se puede apreciar cómo los artistas numantinos descuidan intencionadamente la representación de los brazos, a excepción de su parte superior, realzada en relación con los hombros, estrechándose luego para quedar reducidos frecuentemente a una línea, al igual que los dedos, prestando más atención en el tratamiento y ornato a la cintura, al pecho y al cuello.
Es difícil dar una interpretación ajustada de estas manifestaciones iconográficas complejas desde una perspectiva alejada en el tiempo. No obstante, se les ha atribuido un carácter ritual y festivo. Se trata de figuras híbridas, monstruosas que se situarían en el límite entre lo divino y lo humano y que tendrían como función mediar entre el grupo y la divinidad a través de rituales.
Se han relacionado estos jarros con el consumo de cerveza, por influencia del texto de Orosio, que se refiere a la "caelia" o cerveza celtibérica, que se hacía de trigo fermentado y era de sabor áspero y daba un calor embriagador". No se ha podido realizar análisis del contenido de estos jarros, pero cabe admitir el consumo de bebidas alcohólicas en contextos rituales.
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