KULSIRE: CERÁMICA NEGRA EN EL ALMA

Me gusta el color austero de mi cerámica. Me apasiona el color negro, tanto el resultado del óxido de manganeso o el de la utilización de pasta refractaria negra. Pero no encuentro palabras para describir el tono negro metalizado de las piezas realizadas en arcilla roja de baja temperatura y cocidas mediante la técnica de la carbonación.

Desde que Luis Larriba, mi actual profesor, me enseñó esta técnica y la forma de incrementar la notoriedad de la decoración incisa mediante la aplicación de pastas sin cocer, he desarrollado diversos estudios en mis piezas. 

La última ha sido recubrir a la pieza de la misma tierra con la que ha sido elaborada lo que me provoca una profunda satisfacción. El uso del óxido de hierro presente en la tierra y su devolución a una pieza manufacturada y cocida en forma de engobe me entusiasma.


Muchas veces utilizar el óxido de hierro en una pieza elaborada con pasta refractaria negra no tiene, para aquellos que sólo miran superficialmente la pieza ninguna connotación, pero a mi se me representa claramente las diferencias entre los dos tonos de color negro y saber cómo han llegado hasta ahí.


Cada día estoy más convencido que el barro forma parte de mi destino, estoy muy lejos de llegar a comprenderlo totalmente, pero me permite un viaje a través de la experiencia y del trabajo continuo. No se llega rápidamente, sobretodo si antes de avanzar repasas minuciosamente lo conseguido, pero es posible llegar muy lejos, tanto como para conseguir avanzar dando pasos hacia atrás, que puede parecer una contradicción, pero que no lo es tanto si comprendemos que desde hace más de 8000 años la raza humana ha estado trabajando e innovando con el barro.

Ese barro que huele en las manos a pureza y a mí, que soy ateo, me produce la sensación de tocar y conocer algo divino. La cerámica, estoy convencido, es una forma de espiritualidad.

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