EL BRUÑIDO COMO DECORACIÓN
El bruñido es una técnica clásica que ha sobrevivido desde la prehistoria por su simplicidad y belleza.
La compactación de la arcilla se obtiene cuando se presiona la superficie de la pieza con una piedra ágata, una cuchara, una madera lisa o cualquier otra herramienta pulida.
En una pieza cerámica, se puede utilizar el bruñido, y la ausencia del mismo, como elemento decorativo. En conjunto con la decoración incisa, excisa o boquique, el bruñido resalta el brillo de las zonas sin decoración, tal y cómo hemos visto en anteriores textos de la cerámica campaniforme, cardial, cogotas, etc...
Pero en esta ocasión vamos a explicar la utilización de barbotina como elemento de contraste.
Con la pieza cerámica ya elaborada y en dureza de cuero, se utiliza cualquiera de las herramientas descritas antes para bruñir toda la superficie. Las partículas de la arcilla que están orientadas en todas direcciones al ser compactadas se sitúan en la misma dirección, obteniendo ese brillo tan característico. El movimiento giratorio de la herramienta usada y su precisión determinan la calidad del acabado final.
Una de las ceramistas más famosas por usar este tipo de decoración fue María Martínez, que utilizaba una barro rojo que, una vez cocido en reducción, y tras bruñir determinadas zonas de la pieza cerámica, daba su famoso "negro sobre negro".
Después del bruñido, se aplica el diseño decorativo con una barbotina realizada con el mismo barro que la pieza, a esta decoración no se le aplica el bruñido, contrastando el brillo con el dibujo mate.
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