ESMALTES DE CENIZA
Cuando los alfareros chinos de la dinastía Zhou (X a III a.c.) realizaron las primeras cocciones de gres, observaron el efecto de la ceniza que caía sobre las piezas. Sin embargo, fue en Japón donde se investigó a fondo esta técnica, después de conseguir la tecnología del gres gracias a la introducción del horno de celdas anagama desde Corea durante el siglo V.
En el XVI la creciente popularidad de la ceremonia del té según las enseñanzas de Sen no Rikyu y Kobori Enshu, con su estética zen y la exigencia de piezas naturales, estimuló la fabricación de cerámica con esmaltes de ceniza, con superficies impredecibles e irregulares y colores discretos. Gracias a la infliencia de Bernard Leach, los esmaltes de ceniza de madera se han convertido en parte del repertorio de los alfareros contemporáneos de occidente.
Las propiedades de la ceniza
La ceniza de madera y otras fibras vegetales es rica en materiales alcalinos como potasa, cal y magnesia que, con el calor de un horno se licuan y vitrifican hasta formar una costra brillante. La ceniza puede usarse en su estado natural o en mezclas de esmaltes, como los tenmoku o celadón, para actuar como fundente que permita a otros ingredientes como arcilla u óxidos gotear sobre la superficie de la arcilla.
Los hornos japoneses anagama se alimentan con leña. Conforme la madera arde, las fuertes corrientes arrastran la ceniza al interior de la cámara de cocción, donde cae sobre la superficie de las piezas creando un esmalte natural. los mejores resultados se obtienen en vasijas con cuerpo ancho, lo que aumenta la superficie donde posarse la ceniza. Para evitar depósitos en el interior de las piezas, estas pueden cocerse boca abajo. Si se quiere provocar la acumulación de ceniza en zonas concretas se consigue dirigir colocando esta zona donde más fuerte sea la corriente de aire en el interior del horno lo que acumulará más ceniza.
Otro método que hemos probado es enrollar a la pieza pinosa, paja o similares para provocar vetas. También hemos espolvoreado ceniza en algunas piezas para conseguir manchas de esmaltes llamadas goma (semillas de sésamo).
Los esmaltes de ceniza provocados
Los esmaltes de ceniza se obtienen lavando y filtrando fibras de plantas quemadas y mezclándolas después con arcilla o feldespato. Las vasijas son bañadas en el esmalte y dejadas a secar antes de cocerlas. Es posible obtener diferentes colores utilizando diferentes clases de ceniza. Por ejemplo, la ceniza de nogal aporta un acabado blanquecino, mientras que el roble produce tonalidades azul y verde pálido y suave.
En la alferaría de hagi, en la prefectura de Yamaguchi (Japón), usan ceniza de paja o leña del árból isu para crear un esmalte cremoso muy apreciado para los chawan, ya que su color cambia cuando absorbe la infusión: se trata de un proceso conocido como chanare, que significa "acostumbrarse al té"
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